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Wakfu frente a las realidades económicas de la animación francesa

Défile !

Para los fans de Ankama y Wakfu, la pasión por este rico universo y sus entrañables personajes no decae. Pero, ¿alguna vez se han parado a pensar en los retos económicos que supone producir una serie de animación de esta calidad en Francia? Anthony Roux, alias Tot, cofundador de Ankama, ha descorrido recientemente el velo con una franqueza poco común sobre las realidades financieras del sector durante la retransmisión en directo por Twitch del lanzamiento de la campaña Kickstarter de la temporada 5 de Wakfu. Sus declaraciones son inequívocas: “La animación no es rentable. La animación es una inversión.”

Estas palabras, lejos de ser alarmistas, plantean una observación lúcida sobre un sector a la vez dinámico y frágil. Para comprender bien los desafíos, Tot desglosa los costes:

  • “Un empleado al que se le pagan 2000 € le cuesta realmente 4000 € a la empresa”: Esta cifra ilustra la importancia de las cotizaciones sociales en Francia, que duplican el coste salarial bruto para el empleador.
  • “El 90% del presupuesto se destina a recursos humanos”: La animación es ante todo una profesión de talento. La abrumadora parte del presupuesto asignada a los equipos creativos subraya la importancia del factor humano en este proceso.
  • “Los trabajadores eventuales representan un coste adicional significativo”: El estatuto de trabajador eventual, específico del sector audiovisual, genera costes adicionales para los estudios.

Estas cifras brutas ponen de manifiesto una realidad: producir animación en Francia es caro. Y esta ecuación económica se complica en un contexto industrial difícil.

La animación francesa no goza de buena salud, y Tot no duda en decirlo. “Hay una burbuja que ha estallado”, suelta, señalando la proliferación de escuelas de animación y las inversiones masivas de las plataformas estadounidenses – Netflix, Amazon – que inflaron el sector antes de retirarse tan rápido como llegaron. Resultado: “Hay una sobreproducción en todos los ámbitos”, y las oportunidades de empleo se reducen. Los jóvenes talentos, formados a un alto coste, a menudo se quedan en la estacada, mientras que los estudios cierran sus puertas. Esta situación tiene varias consecuencias directas:

  • Cierre de estudios: Empresas debilitadas por los altos costes y una coyuntura incierta echan el cierre.
  • Dificultades para los jóvenes talentos: A pesar de la creciente necesidad de mantener un alto nivel de calidad, mantener un presupuesto controlado es un reto constante. Como subraya Malec (coproductor de la temporada 5): “Es un juego de equilibrista permanente. La idea no es ser ahorrativo, sino poner cada euro donde debe estar.”

Para Wakfu, cada euro cuenta y debe optimizarse para garantizar la calidad de animación que los fans conocen y aprecian. Tot insiste: “Es el talento que sale de los dedos y de la cabeza de la gente, y todo el presupuesto va ahí”. Esta afirmación subraya que la mayor inversión se centra en el talento de los animadores y creativos, garantía de la calidad visual y narrativa de Wakfu.

La comparación con gigantes como Arcane, cuyo colosal presupuesto de 250 millones de euros ha servido de referencia en cuanto a calidad, es reveladora. Tot precisa: “Nosotros no estamos a 250.000 € el segundo,” y añade “No estamos en presupuestos americanos, no tiene comparación”. Sin embargo, Wakfu consigue mantener una calidad de animación notable con medios mucho más modestos. La temporada 4, por ejemplo, ya ha alcanzado un coste de “más de 550.000 € por episodio”. Y, sin embargo, incluso Arcane, a pesar de su éxito de crítica y popularidad, ilustra los límites de la rentabilidad. Tot recuerda: “La animación es una inversión, no se gana dinero con la animación”, citando a Fortiche, que perdió dinero con este proyecto titánico.

Que sepamos, la temporada 4 tampoco ha dudado en recurrir a animadores chinos para algunos segundos de animación clave (key animation), una decisión pragmática para optimizar los costes sin sacrificar la visión artística.

A pesar de estos importantes costes, Ankama ha tomado decisiones audaces para la temporada 4 de Wakfu. Tot revela: “Hemos puesto entre 1,5 y 2 millones de euros de nuestro bolsillo en la temporada 4”. Una inversión considerable, motivada por el deseo de ofrecer una serie de calidad a sus fans. Aunque la serie se reembolsa gracias a la venta de los derechos de emisión, las ofertas no siempre están a la altura. Tot cuenta así que un servicio de streaming propuso “100.000 dólares… ¡por 15 episodios!” por los derechos mundiales de la temporada 4, una oferta que Ankama rechazó, prefiriendo emitir gratuitamente la serie en YouTube para hacerla accesible al mayor número de personas.

Tot también critica la falta de transparencia de algunas escuelas: “que forman mal” y “no les dicen a los estudiantes que puede que no tengan futuro en este campo.” Una lucidez amarga, pero necesaria.

“Tenemos la suerte de hacer lo que queremos, de entregarnos incondicionalmente en nuestro trabajo.”

A pesar de estos desafíos, Francia sigue siendo una potencia mundial en la animación. Tercer productor por detrás de Estados Unidos y Japón, destaca por su saber hacer, sus escuelas de renombre (Les Gobelins, la ESMA) y el apoyo del CNC. La exportación es su motor: en 2020, la animación francesa generó 74,7 millones de euros a nivel internacional, impulsada por éxitos como Ballerina o Los Minions. Pero esta dependencia de las coproducciones (86% de los proyectos subvencionados en 2022) expone al sector a los caprichos de los mercados extranjeros.

En cuanto al empleo, las cifras son elocuentes: 6.200 personas trabajan en la animación en Francia (2022), pero el 80% de los contratos son precarios. La demanda de talento se dispara, con un déficit previsto de 2.500 puestos de trabajo en los próximos cinco años, pero el descenso de las inversiones de las plataformas en 2023-2024 fragiliza aún más el sector. Los salarios aumentan, sin duda, pero la inestabilidad sigue siendo la norma.

Sin embargo, Ankama ha marcado la historia de la animación francesa mucho antes de esta crisis. A finales de la década de 2000, el estudio se impuso como pionero utilizando Flash, una herramienta entonces revolucionaria para la animación. Su dominio de esta tecnología era tal que la propia Adobe se desplazó a sus instalaciones para observar su trabajo, un testimonio concreto de su influencia y audacia creativa en la época.

Producir Wakfu en Francia es una apuesta audaz en un sector donde las cifras rara vez favorecen a los creadores. Ankama Animations encarna una forma de resistencia, una voluntad de dar vida a su visión sin ceder a fáciles compromisos. Así que sí, la animación francesa atraviesa un momento difícil, entre sobreproducción, retirada de inversores y precariedad. Pero sigue impulsada por apasionados que siguen creyendo en sus sueños -y en vosotros, los fans, para que les apoyéis-. La próxima vez que veas un episodio de Wakfu, piénsalo: detrás de cada plano, hay un euro ganado con esfuerzo. 😉

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